¡Cuantas veces en la vida tenemos la sensación de trabajar duro sin obtener ningún resultado! Nos sentimos como un borrico dando vueltas a la noria, agotados por el esfuerzo y sin llegar a ningún destino. Se ha dicho que los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía y al desánimo; y sin duda así nos sentimos en ocasiones.
¿Podemos salir de esta situación? ¡Sí!: decidiendo que queremos, averiguando como lo podemos conseguir y actuando. Podemos mostrar estas ideas mediante una palanca, gracias a la que podemos mover objetos que por su peso están muy por encima de nuestra capacidad.
La palanca es considerada una de las máquinas simples, consta de una barra rígida que gira libremente alrededor de un punto de apoyo y permite multiplicar la fuerza aplicada a un objeto.
Al igual que en el uso de la palanca, en los asuntos que nos agobian debemos seguir unos pasos:
- Decidir a que objeto vamos a aplicar nuestra fuerza. De nada sirve esforzarse si no tenemos claro nuestros objetivos, nos podemos encontrar trabajando duramente por una meta equivocada. Este es, muchas veces, el primer error: resolver adecuadamente el problema equivocado.
- Buscar un punto de apoyo adecuado. Cómo vamos a conseguirlo: ¿Cuáles son nuestras habilidades? ¿Qué ayuda o que consejo podemos recibir de otras personas?
- Actuar. Ya hemos decidido lo que queremos, el resultado a alcanzar; ya sabemos, o creemos saber, cómo conseguirlo. ¡Hagámoslo! Sólo pensando en algo no lo conseguiremos, si de verdad queremos lograrlo debemos hacer un esfuerzo por lograrlo.
Y vuelta a empezar.