- Un exceso de familiaridad que puede molestar e incluso ofender a nuesto interlocutor, en vez de facilitar la relación provocaremos el rechazo. No hay que olvidarse de que la amabilidad no está reñida con el respeto.
- Perder el tiempo con charlas eternas e insustanciales. No siempre hemos de estar hablando seriamente, algún comentario intrascendente puede favorecer un ambiente distendido y colaborador, pero si abusamos de ello y seguimos la corriente a los charlatanes o somos nosotros mismos quienes prolongamos la charla desustanciada, perderemos el tiempo y nunca saldremos de la intrascendencia.
- Asumir compromisos que no deseamos, por no saber decir que no. Se puede uno negar a hacer algo sin resultar ofensivo, con amabilidad pero con firmeza daremos nuestras razones, y, en cualquier caso, defenderemos nuestro derecho a decir que no, sin estridencias pero con seguridad.
- Murmuraciones: debemos evitarlas, no tiene sentido estar siempre criticando. Sólo sirve para hacernos más negativos y para que otros piensen que nos dedicamos a hablar mal de los demás.
till the end.
Hace 9 años